Barack Obama nombró a Messi.
En su visita a nuestro país el
Presidente de los Estados Unidos nombró a Ginóbili, Messi, el Papa Francisco,
Borges y Cortazar. En uno de sus discursos, entre otras cosas, dijo que sus
hijas querían conocer al astro del futbol. Inmediatamente recordé al periodista
y escritor Andrés Oppenheimer que en su libro, “Crear o Morir” decía lo
siguiente, cito: “ Poco antes de terminar la copa Mundial del 2014, cuando
Argentina y Brasil se estaban clasificando para las semifinales y muchos
pensábamos que uno de ellos se coronaría campeón, escribí una columna en The
Miami Herald titulada “Se busca un Messi
de las ciencias” en la que preguntaba por qué los latinoamericanos no podemos
producir un Messi, un Neymar o un James de la ciencia o la tecnología. La
pregunta había sido planteada antes por el presidente del Banco Interamericano
de Desarrollo (BID), Luis Alberto Moreno, durante una conferencia en Brasil. Su
respuesta era que todos nuestros países deberían aplicar a la ciencia la misma
pasión y disciplina que actualmente aplican a los deportes, y crear sistemas
para producir talentos. El presidente del BID estaba en lo cierto. Como ocurre en
el futbol, que juegan millones de niños a diario, los países necesitan una gran
reserva de científicos para aumentar sus posibilidades de producir un genio o
varios. Uno de los motivos por lo que cada cierto tiempo surge un nuevo Messi,
o un nuevo Neymar, es porque hay tantos niños que tratan de emularlos, y porque
los clubes tienen divisiones inferiores que se dedican a estimular a los que
tienen un mayor potencial. Pero, lamentablemente Latinoamérica tiene una
reserva relativamente pequeña de científicos per cápita comparada con Estados
Unidos, Europa o Asia. Mientras toda América Latina tiene un promedio de 560
investigadores por millón de habitantes, Corea del Sur tiene 5.451
investigadores por millón de habitantes, según cifras del Banco Mundial. Los
científicos son los héroes instantáneos para miles de jóvenes. En mis viajes a
China, India, Singapur y otros países asiáticos, siempre me impresionó de cómo
los medios de prensa le dedicaban grandes titulares a los ganadores de las
olimpíadas de matemáticas, o de ciencias, como si fueran estrellas deportivas.
Hay que hacer lo mismo en nuestros países, para
crear una cultura de admiración a los científicos, como la que tenemos por los
futbolistas”. Para reflexionar.
Andrés Oppenheimer fue
galardonado, en su momento, con el Premio Pulitzer en 1987, entre otros premios
y distinguido con Doctorados Honoris Causa por varias Universidades
Latinoamericanas.
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