La Mujer del Cementerio
Quiero contarles lo que me paso en el cementerio del Oeste, el
cual queda detras del parque Avellaneda.
Una siesta fuimos con un amigo a "molestar",
éramos chicos y siempre uno es inquieto ¿no?
Fuimos con la idea de "ver algo", por todas las
cosas que escuchamos sobre ese lugar (ah y porque vivo cruzando el parque
también jaja) en fin, entramos por la calle Paso de Los Andes, ya que tiene su
principal portón del otro extremo.
Una vez ya adentro, comenzamos a recorrer el cementerio y el
silencio que era inquietante y perturbador, sólo se escuchaba a las palomas en
los árboles y una leve brisa que rozaba nuestro rostro, hasta que llegamos a un
nicho (asombrado por el lujo) nos paramos con mi amigo, a observar. A unos
pocos metros de nosotros, estaba una señora mayor sentada en un banquito
prendiendo velas para poner al pie de un pequeño santuario. Sin decir nada, seguimos
mirando alrededor nuestro. Luego de un rato nos empieza a hablar esta señora,
preguntándonos sí teníamos familiares ahí, obviamente afirmábamos todo!
Luego de conversar, creo yo, por unos diez o veinte minutos,
nos distraemos y damos vuelta a mirar una tumba que estaba abierta, al volver
la mirada para seguir conversando, esta mujer no estaba más allí, las velas que
había puesto al iniciar la conversación no estaban, sólo restos de otras velas
(viejas) y ramos de flores secas... Incrédulos, y sin saber que pasaba, buscamos
respuestas mirándonos y observando todo el panorama (aclaro para los que no
conocen, parece un laberinto ese lugar). Volvemos al lugar en donde esta señora
habia ''desaparecido'', y no encontramos nada, no había nadie más alrededor
nuestro, mientras que los sonidos eran los mismos que cuando comenzamos el
recorrido.
Decidimos esperar un rato a ver sí había ido a buscar agua o
algo, pero nada. Lo próximo que hicimos fue irnos de allí, al portón principal,
a la entrada que está frente a una plaza. Le preguntamos a un señor que es personal
de limpieza, sobre una señora- detallamos como era- y nos responde que ella
venía todas las tardes, como esa, a llevarle flores a su difunto marido. Ella
había muerto hacía meses! Con mi amigo nos miramos y sin decir nada, nos fuimos
y nunca más volvimos hasta la fecha...
Lisandro, San Miguel de Tucumán
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